Entre sus tradiciones se encuentran: La chatona, el caballito, las mesitas, la procesión de la santa calavera, los Huastecos, los faroles, el baile del venado, la enhiladera de flores, la quema del diablo, el muerto, el día de los difuntos.
Entre sus costumbres se encuentran:
Los españoles volvían a preguntar el porque no mataban a los venados para comérselos, ellos contestaban que no tenían armas para hacerlo, a demás indicaron a los españoles, que en un cerro vivía un cazador, este tenía permiso para cazar con cerbatana. Luego los nativos fueron en busca del viejo cazador y le pidieron permiso a Tzuultaq’a, Dios del cerro. Los españoles consiguieron un arma de fuego para cazar a 0los venados. Luego el cazador y sus acompañantes al intentar cazar a los venados se dieron cuenta que estos animales eran rabiosos, por lo que prepararon un baile.
Todos acompañaron al viejo cazador; los venados también eran acompañados por el tigre, el mico, el león y otros. Cuando el viejo cazador termina la caza, es cargado por los micos, el león, el tigre y el perro para que ya no siga cazando más a la orilla del río. Los acompañantes del viejo cazador bailan con alegría puesto que a este no le pasó nada cuando se enfrentó al venado rabioso. Con el arma en mano el cazador le dice a los españoles: “Ya les traigo al venado muerto” luego lo destazaron, al terminar de comer bailan con el viejo cazador de alegría.
Cada “son” (obra del género musical vernáculo) interpretado en la marimba, corresponde a cada pareja que busca el cazador.
Constituye un hecho folklórico y tradicional, procede desde hace muchos años, está vigente, es popular, colectivo, no institucionalizado y funcional. Las Chatonas originales construidas en Petén son altas, de más de 2 metros se lea asocia con la X’tabay y la Mojiganga, las cuales eran mujeres-espanto que asustaban a las personas de conducta irregular o de mal proceder, como los “bolos” (alcohólicos) o las infieles (adúlteros).
En la actualidad se le asocia con doña Marina o La Malinche, la “india mejicana” que le fue regalada a Cortés por un cacique de rango. Esta mujer causó mucho daño, tanto a los nativos mejicanos como a los antiguos peteneros, ya que acompañó a Cortés en su viaje a Petén cuando pasó rumbo a Honduras en 1525. El miedo que causó esta mujer al lado de los españoles, por sus grandes atrocidades, dio lugar a que se dijera: “Allí viene La Malinche”, para infundir temor. En Petén, aún suena cierta música de La Malinche y el Baile de Cortés.
Existe otra historia sobre el origen de La Chatona y que enriquece nuestro folklore al otorgársele su origen en el municipio de San Andrés. Según esta referencia, llegó a Petén una mujer procedente de la parte sur oriental, posiblemente de Tenosique, Tabasco; era muy alta, trabajaba de cocinera en los campamentos chicleros en tiempos del auge de la explotación del árbol de chico zapote o del “Oro Blanco”. Alrededor de la industria del chicle, subsistió económicamente, la población petenera a través de un siglo. Esta mujer se estableció en el municipio de San Andrés. En la época de la temporada chiclera, permanecía en los diversos campamentos, pero en el tiempo de la “baja” de los chicleros y la consecuente estadía en el poblado, su diversión era ingerir aguardiente. Según relatan los antiguos moradores de San Andrés, esta famosa cocinera le gustaban los bailes y juegos con los niños, además de fabricar dulces, melcochas, buñuelos, así como otras golosinas y comida de la gastronomía petenera. Este personaje es recordado por su nariz achatada.
En cierta ocasión, la Chatona subió al monte a proseguir con su trabajo de cocinera en la chiclería, pero ya no regresó, se cree que sufrió la mordedura de una serpiente. En su recuerdo, un chiclero construyó una inmensa mujer de palitos y bejucos, en cuyos gestos revive su rostro alegre. No falta un “bolito”, que acompañe a La Chatona en el baile. La primera Chatona, es atribuida a don Sabino Castillo, originario de San Andrés. Don Estanislao Aldana (don Tanish), oficial del ejército en esos días, establece el paseo de la Chatona, por las calles de San Andrés, en actividades especiales y ferias.
Se exhibió por primera vez en las calles de Flores Petén, durante la Feria de 1927. Según informe de doña Remedios Góngora de Castellanos de 87 años, fue don Sabino Castillo quien la fabricara para su padre, don Pedro Góngora, en su día de celebración, durante la Feria Patronal Departamental. Don Andrés Zetina, construyó la primera Chatona en ciudad Flores Petén, le siguieron Don Tashito Montero, don Chema Berges, don Cruz Reynoso y otros. Actualmente, es el nieto de don Tashito, Julio Rodríguez, de sobrenombre El Cuache, el encargado de fabricar chatonas, vacas ciquitraqueras (Triquitraqueras), castillos, globos, etc.
“…A los peteneros no nos asustaron los espantos, consideramos que fueron absorbidos por el conocimiento científico, por la tecnología actual: artefactos de hierro y pólvora; por lo tanto, convertimos a La Chatona en la mujerona que divierte, tanto a niños como adultos. Los peteneros hemos construido Chatonas, con nombres de ex funcionarias que nos han hecho daño. El epíteto de Chatona, también se le otorga a mujeres inmigrantes jactanciosas, prepotentes, ignorantes acerca de nuestra cultura, que migran a esta región y ofenden nuestra dignidad e idiosincrasia. La Chatona y su baile constituye la alegría, el chiste, el motivo de plática en la sociedad petenera. En síntesis podemos inferir que todas las historias de La Chatona están íntimamente relacionadas.
Los siguientes versos de la canción y baile de La Chatona vienen de hace muchos años, fueron recogidos por don José María Soza en la Pequeña monografía de Petén: “Naranjas verdes Chatita/ Limón maduro Chatona/ Dame un besito Chatía/ Con disimulo Chatona// Ya no puedes espantar/ Pues somos otros muchachos/ Has la prueba y verás/ Que te vamos a bailar”
Esta canción refiere claramente el papel que jugó y que en la actualidad, juega la Chatona. La Chatona cambia de cara, vestido, atuendos, peinado; existen chatonas brinconas, rítmicas, ebrias, destartaladas y elegantes, dependiendo quién la baila, la construyó o según, los atuendos que utiliza. Uno de los mejores bailadores de Chatona es Rubén Méndez, alias “Rubén Arica”, quién vive en el Barrio El Remolino de Ciudad Flores, Petén.
La historia del origen de El Caballito fue recogida en el pueblo maya de San Andrés, por el T.U. Hugo Pinelo en su Informe Final de la carrera de turismo, investigación orientada por el ingeniero M.T. Pinelo. Este informe lo dio don Antonio Manzanero, historia que le contaron sus abuelos. Esta tradición explica que los itzaes, no temían a los caballos de los conquistadores; por el contrario, los admiraban por ser de gran ayuda para al hombre.
Don José María Soza que refiere a otra historia dice: “…antes, existía una superstición nombrada El Caballito del Tío Vicente, el cual se ocupaba de asustar a los transeúntes que viajaban de noche en los caminos vecinales. En la actualidad se construyen un Caballito, la armazón es de madera forrada, lo bailan en las mismas fiestas de enero, con su canto alusivo en estos versos: caballito del Tío Vicente/ échenle carga y no lo siente/ en otro tiempo asustabas/ ahora ya no lo haces/ tu tiempo ya ha pasado/ con todo lo que cargabas”. El Caballito, asustó cuando cargó a Hernán Cortés. El Tío Vicente fue posiblemente la persona que construyó el primer Caballito. Los jinetes de El Caballito se distinguen por sus diversas habilidades en el baile. Uno de los mejores bailadores fue Sóstenes Pinelo Zetina. Actualmente es el joven Neftalí Peche, quien forma parte del Grupo Juvenil: Pro Rescate de las Tradiciones de Petén. Entre los constructores de Caballitos sobresalió: don Fabio Anastasio Montero (Don Tashito), don Chema Berges, don Cruz Reynoso. En la actualidad, de ello se encarga Julio Rodríguez, nieto de don Tashito.
Ref. Ing. Marco Tulio Pinelo
(Más que todo estas costumbres vienen siendo una definición histórica de las tradiciones, aunque algunas de las costumbres quedaron en antaño).
Así también cada municipio cuenta con sus tradiciones y costumbres...
Entre sus costumbres se encuentran:
- Baile del Venado
Los españoles volvían a preguntar el porque no mataban a los venados para comérselos, ellos contestaban que no tenían armas para hacerlo, a demás indicaron a los españoles, que en un cerro vivía un cazador, este tenía permiso para cazar con cerbatana. Luego los nativos fueron en busca del viejo cazador y le pidieron permiso a Tzuultaq’a, Dios del cerro. Los españoles consiguieron un arma de fuego para cazar a 0los venados. Luego el cazador y sus acompañantes al intentar cazar a los venados se dieron cuenta que estos animales eran rabiosos, por lo que prepararon un baile.
Todos acompañaron al viejo cazador; los venados también eran acompañados por el tigre, el mico, el león y otros. Cuando el viejo cazador termina la caza, es cargado por los micos, el león, el tigre y el perro para que ya no siga cazando más a la orilla del río. Los acompañantes del viejo cazador bailan con alegría puesto que a este no le pasó nada cuando se enfrentó al venado rabioso. Con el arma en mano el cazador le dice a los españoles: “Ya les traigo al venado muerto” luego lo destazaron, al terminar de comer bailan con el viejo cazador de alegría.
Cada “son” (obra del género musical vernáculo) interpretado en la marimba, corresponde a cada pareja que busca el cazador.
- Baile de la La Chatona
Constituye un hecho folklórico y tradicional, procede desde hace muchos años, está vigente, es popular, colectivo, no institucionalizado y funcional. Las Chatonas originales construidas en Petén son altas, de más de 2 metros se lea asocia con la X’tabay y la Mojiganga, las cuales eran mujeres-espanto que asustaban a las personas de conducta irregular o de mal proceder, como los “bolos” (alcohólicos) o las infieles (adúlteros).
En la actualidad se le asocia con doña Marina o La Malinche, la “india mejicana” que le fue regalada a Cortés por un cacique de rango. Esta mujer causó mucho daño, tanto a los nativos mejicanos como a los antiguos peteneros, ya que acompañó a Cortés en su viaje a Petén cuando pasó rumbo a Honduras en 1525. El miedo que causó esta mujer al lado de los españoles, por sus grandes atrocidades, dio lugar a que se dijera: “Allí viene La Malinche”, para infundir temor. En Petén, aún suena cierta música de La Malinche y el Baile de Cortés.
Existe otra historia sobre el origen de La Chatona y que enriquece nuestro folklore al otorgársele su origen en el municipio de San Andrés. Según esta referencia, llegó a Petén una mujer procedente de la parte sur oriental, posiblemente de Tenosique, Tabasco; era muy alta, trabajaba de cocinera en los campamentos chicleros en tiempos del auge de la explotación del árbol de chico zapote o del “Oro Blanco”. Alrededor de la industria del chicle, subsistió económicamente, la población petenera a través de un siglo. Esta mujer se estableció en el municipio de San Andrés. En la época de la temporada chiclera, permanecía en los diversos campamentos, pero en el tiempo de la “baja” de los chicleros y la consecuente estadía en el poblado, su diversión era ingerir aguardiente. Según relatan los antiguos moradores de San Andrés, esta famosa cocinera le gustaban los bailes y juegos con los niños, además de fabricar dulces, melcochas, buñuelos, así como otras golosinas y comida de la gastronomía petenera. Este personaje es recordado por su nariz achatada.
En cierta ocasión, la Chatona subió al monte a proseguir con su trabajo de cocinera en la chiclería, pero ya no regresó, se cree que sufrió la mordedura de una serpiente. En su recuerdo, un chiclero construyó una inmensa mujer de palitos y bejucos, en cuyos gestos revive su rostro alegre. No falta un “bolito”, que acompañe a La Chatona en el baile. La primera Chatona, es atribuida a don Sabino Castillo, originario de San Andrés. Don Estanislao Aldana (don Tanish), oficial del ejército en esos días, establece el paseo de la Chatona, por las calles de San Andrés, en actividades especiales y ferias.
Se exhibió por primera vez en las calles de Flores Petén, durante la Feria de 1927. Según informe de doña Remedios Góngora de Castellanos de 87 años, fue don Sabino Castillo quien la fabricara para su padre, don Pedro Góngora, en su día de celebración, durante la Feria Patronal Departamental. Don Andrés Zetina, construyó la primera Chatona en ciudad Flores Petén, le siguieron Don Tashito Montero, don Chema Berges, don Cruz Reynoso y otros. Actualmente, es el nieto de don Tashito, Julio Rodríguez, de sobrenombre El Cuache, el encargado de fabricar chatonas, vacas ciquitraqueras (Triquitraqueras), castillos, globos, etc.
“…A los peteneros no nos asustaron los espantos, consideramos que fueron absorbidos por el conocimiento científico, por la tecnología actual: artefactos de hierro y pólvora; por lo tanto, convertimos a La Chatona en la mujerona que divierte, tanto a niños como adultos. Los peteneros hemos construido Chatonas, con nombres de ex funcionarias que nos han hecho daño. El epíteto de Chatona, también se le otorga a mujeres inmigrantes jactanciosas, prepotentes, ignorantes acerca de nuestra cultura, que migran a esta región y ofenden nuestra dignidad e idiosincrasia. La Chatona y su baile constituye la alegría, el chiste, el motivo de plática en la sociedad petenera. En síntesis podemos inferir que todas las historias de La Chatona están íntimamente relacionadas.
Los siguientes versos de la canción y baile de La Chatona vienen de hace muchos años, fueron recogidos por don José María Soza en la Pequeña monografía de Petén: “Naranjas verdes Chatita/ Limón maduro Chatona/ Dame un besito Chatía/ Con disimulo Chatona// Ya no puedes espantar/ Pues somos otros muchachos/ Has la prueba y verás/ Que te vamos a bailar”
Esta canción refiere claramente el papel que jugó y que en la actualidad, juega la Chatona. La Chatona cambia de cara, vestido, atuendos, peinado; existen chatonas brinconas, rítmicas, ebrias, destartaladas y elegantes, dependiendo quién la baila, la construyó o según, los atuendos que utiliza. Uno de los mejores bailadores de Chatona es Rubén Méndez, alias “Rubén Arica”, quién vive en el Barrio El Remolino de Ciudad Flores, Petén.
- Baile de El Caballito
La historia del origen de El Caballito fue recogida en el pueblo maya de San Andrés, por el T.U. Hugo Pinelo en su Informe Final de la carrera de turismo, investigación orientada por el ingeniero M.T. Pinelo. Este informe lo dio don Antonio Manzanero, historia que le contaron sus abuelos. Esta tradición explica que los itzaes, no temían a los caballos de los conquistadores; por el contrario, los admiraban por ser de gran ayuda para al hombre.
Don José María Soza que refiere a otra historia dice: “…antes, existía una superstición nombrada El Caballito del Tío Vicente, el cual se ocupaba de asustar a los transeúntes que viajaban de noche en los caminos vecinales. En la actualidad se construyen un Caballito, la armazón es de madera forrada, lo bailan en las mismas fiestas de enero, con su canto alusivo en estos versos: caballito del Tío Vicente/ échenle carga y no lo siente/ en otro tiempo asustabas/ ahora ya no lo haces/ tu tiempo ya ha pasado/ con todo lo que cargabas”. El Caballito, asustó cuando cargó a Hernán Cortés. El Tío Vicente fue posiblemente la persona que construyó el primer Caballito. Los jinetes de El Caballito se distinguen por sus diversas habilidades en el baile. Uno de los mejores bailadores fue Sóstenes Pinelo Zetina. Actualmente es el joven Neftalí Peche, quien forma parte del Grupo Juvenil: Pro Rescate de las Tradiciones de Petén. Entre los constructores de Caballitos sobresalió: don Fabio Anastasio Montero (Don Tashito), don Chema Berges, don Cruz Reynoso. En la actualidad, de ello se encarga Julio Rodríguez, nieto de don Tashito.
Ref. Ing. Marco Tulio Pinelo
(Más que todo estas costumbres vienen siendo una definición histórica de las tradiciones, aunque algunas de las costumbres quedaron en antaño).
Así también cada municipio cuenta con sus tradiciones y costumbres...